¿Qué es el vínculo afectivo?
Durante los últimos años los investigadores han empezado a comprender cómo se desarrollan las relaciones humanas. Se han dado cuenta de que todo comienza desde el principio de la vida, las primeras interacciones que tenga el bebé con sus progenitores o cuidadores serán cruciales para construir unas relaciones sanas en el futuro.
“El vínculo se produce poco después del nacimiento, en ese periodo sensible que constituye una hermosa presentación entre padres e hijos en el que todos empiezan a conocerse”. (John Kennel y Marshall Klauss).
La impronta
Konrad Lorenz fue un zoólogo y etólogo austríaco que realizó varias investigaciones con aves en los años 30 y recibió el Premio Nobel de la Medicina en 1973. Estudiando las aves se dio cuenta de que al eclosionar los huevos las crías establecían de inmediato un fuerte vínculo afectivo con su madre y comenzaban a seguirla de forma innata.
En los casos en que las crías eran huérfanas comenzaron a seguirle a él como si se tratase de su madre. Definió así la impronta, refiriéndose a una forma de aprendizaje innata en la los seres fijan su atención en el primer ser u objeto que ve, escucha o toca en un periodo crítico tras su nacimiento.
Experimento Harlow con macacos
Harry Harlow se dedicó durante los años 70 a estudiar el apego materno, la depresión, la privación sensorial y la falta de socialización.
En aquella época los derechos de los animales no estaban apenas reconocidos (mucho menos en EEUU), y realizó experimentos con una especie de monos que aunque son muy criticables arrojan unos resultados de los cuales se ha aprendido mucho y sobre los que todos podríamos reflexionar.
Lo que hizo fue privar a crías recién nacidas del contacto con sus madres biológicas y colocarles unas sustitutas de dos tipos: una de alambre que ofrecía alimento y otra de felpa que carecía de comida, con un aspecto físico similar al de una mona adulta.
El descubrimiento fue que las crías, ante una situación de estrés (inseguridad o peligro), mostraban clara preferencia por la madre de felpa, a pesar de no proporcionar ésta alimento.
De este modo, quedó demostrado que el vínculo madre-hijo iba más allá de la búsqueda de satisfacer las necesidades biológicas básicas (alimento en este caso) y existiendo una necesidad de contacto social para un correcto desarrollo psicológico. Puedes ver el vídeo aquí:
Vínculo madre-hijo
El vínculo madre e hijo puede
definirse como una prolongación de la simbiosis después del nacimiento. El bebé
al nacer siente la necesidad de estar en contacto con su madre, y por tanto
reclama su nuevo hábitat fuera del útero, que no es otro que el regazo de quien
le ha dado la vida.
El bebé debe colocarse en el
pecho de su madre nada más nacer, y favorecer así el contacto piel con piel,
(esto debería fomentarse en todos los hospitales y maternidades y aún también
en los casos de cesaría, en los que ambos han sido separados con mayor
violencia).
La madre es la mejor persona para
presentar el mundo a su bebé, y aunque está agotada tras el parto sabe
perfectamente cómo hacerlo gracias a su instinto natural, pero esto no fluye
correctamente cuando ambos son separados.
“El cuidado de la madre hacia su bebé y la alimentación regular se
desarrollan como un medio de comunicación entre ambos, como un canto sin
palabras”. (Doctor D.H. Winnicott)
Hay veces en que madres de clase
alta contratan una enfermera que le ayude en casa en los primeros cuidados, y
si esta interfiere demasiado puede hacer que fracase la lactancia al no fluir
como una relación natural.
Las experiencias que el bebé tiene
justo a su madre le recuerdan la sensación intrauterina y le tranquilizan, por
eso la necesita tanto. Las sensaciones que el bebé tiene son las mismas de
antes y el recordarlas le da seguridad. Esta necesidad se prolonga siempre, ya
que el ser humano busca a lo largo de su vida sensaciones parecidas. Le doctor
recuerda que el primer año de vida es
fundamental para el desarrollo emocional del individuo.
Prekop explica: De importancia decisiva para el desarrollo
de la personalidad es que en los primeros tiempos de la vida se logre una
vinculación fecunda y una satisfacción de la necesidad básica de protección y
seguridad. Ahí es donde se ponen los cimientos para el destino ulterior del
niño en cuestión, porque sin vinculación no puede haber desvinculación.
El consuelo y protección que
experimenta el niño sobre todo cuando cargan proporcionan al niño la seguridad
que necesita. Aquí muestro algunas imágenes mías porteando con diferentes
portabebés ergonómicos:
El uso del rebozo satisface las
necesidades del bebé, es común en culturas indígenas mientras que en las
sociedades modernas está más extendido el concepto erróneo de que cargar a los
bebés no es beneficioso para ellos porque se “malacostumbran”.
El bebé experimenta una sensación
de contención cuando está cercano al cuerpo de su madre y puede observar la
vida desde su regazo. Los niños que son porteados no protestan porque se
quieran salir del rebozo y crecen con seguridad para explorar más tarde en
mundo por sus propios medios.
Nuevos descubrimientos sobre la vinculación madre-hijo
En la relación simbiótica madre e
hijo ambos “se prestan un servicio” mutuamente, ya que la madre cuida y
alimenta al bebé, pero él despierta en la madre su instinto materno, que la
llenará de amor y felicidad con las experiencias que viva. La madre nace con su bebé nacido, se llena de confianza y seguridad
y afronta su nueva etapa de forma natural si nada interfiere en su camino.
El bebé necesita experimentar la
sensación de tranquilidad en el regazo de su madre, en el nuevo hábitat que
reclama, necesita poder decir “"Viví
dentro de este cuerpo nueve meses y ahora estoy viviendo el placer de conocerlo
por fuera."
La madre comienza el proceso de
vinculación con su bebé ya desde el mismo embarazo, sobre todo cuando lo vive
de forma consciente. También el padre puede comenzar su vinculación desde el
embarazo, (aunque físicamente no será tan fuerte como la de la madre), pero si
puede hacer que reconozca su voz y las caricias en el vientre de la madre.
Igualmente los hermanos mayores que viven el nuevo embarazo de cerca serán muy
importante en la vida del futuro bebé cuando nazca.
Cuando la madre está bien
preparada en el terreno emocional el día del parto llega con felicidad y
convencimiento de poder disfrutarlo en una experiencia placentera, (tal como me
pasó a mi en mi segundo alumbramiento).
Durante la intensa situación que
se produce una vez después del parto, debemos permitir a madre e hijo premiarse mutuamente al conocer y poder
disfrutar el uno del otro. S debe recordar además que los seres humanos
necesitan mantenerse juntos una vez vivida una situación emocional intensa. La
experiencia del alumbramiento es la más intensa en la vida del ser humano, y
provoca una fuerte unión en las dos partes que la viven: madre e hijo se unen
en un vínculo emocional para siempre.
El cuerpo de la madre está
preparado para satisfacer la sed del bebé después del esfuerzo realizado, lo
mira, lo revisa, lo quiere abrazar y sostener y comienza a producir calostro
para darle su primer alimento fuera del útero y que deberá tomar por si mismo.
Es como si ambos cuerpos estuvieran afinados de manera armoniosa y supieran
perfectamente lo que tienen que hacer.
Es uno de los momentos más íntimos
y sagrados de la humanidad, en los que aparece también la impronta y el bebé acepta y reconoce a su madre, a la que seguirá
siempre.
Después de esas primeras dos o
tres horas de reconocimiento y enamoramiento, favorecidas por la oxitocina y
por la experiencia del parto, el bebé pasa a “alerta tranquila” y desea descansar junto a su madre, (ella también
lo necesita).
Si por algún motivo no se respeta
este primer contacto piel con piel entre madre e hijo y ambos son separados el
bebé experimentará una terrible agonía e incluso miedo a la muerte. El ser
humano tiene la capacidad increíble de sobrevivir a este trance, pero no se
sabe a qué precio, (se desconoce si incluso podría estar relacionado con la
muerte súbita).
Puede ser que el niño más
adelante transforme este dolor en irá y de algún modo se vea reflejado en la
relación con su madre.
Al recién nacido se le llama “niño divino”, ya que todas las
características de su personalidad están intactas y son cualidades
maravillosas: alegría, curiosidad, capacidad de amar, espontaneidad..
También nace con una capacidad absoluta para recibir, y lo
que espera es amor incondicional. Cuando por algún motivo es separado lo que
recibe es miedo, que penetra en su alma y puede producirle una sensación de
inseguridad que le puede acompañar en su vida de adulto. Activa entonces sus mecanismos de defensa contra el
sufrimiento, construyéndose una coraza para protegerse, y quedando dañadas las
cualidades innatas del niño divino.
En lugar de generar la hormona
oxitocina, el cuerpo asustado que se siente abandonado por su madre genera
adrenalina y cortisol, (la hormona del estrés), y más tarde su cuerpo
equilibrará con endorfina, (produciendo como un efecto anestésico en el que el
bebé deja de sentir su propio cuerpo).
Por tanto, cuando se observa un
bebé en la cuna de una maternidad “profundamente dormido”, puede ser que lo que
haya experimentado es un gran sufrimiento emocional que le hayan llevado a autoanestesiarse, y este comportamiento
aprendido lo puede llevar a su vida de adulto, siendo quizá más dependiente de
ansiolíticos o tranquilizantes. Esto me ha parecido muy interesante.
En psicoterapia, los pacientes adultos llamados borderüne reportan
frecuentemente un estado de "anestesia" respecto a las emociones y la
incapacidad para sentir su cuerpo y son autoagresivos en el punto más alto de
la sensación de dolor emocional, pues reportan que es la única manera de
"sentirse.
Cuando el dolor vivido por el
bebé en el hospital es muy profundo puede que incluso le incapacite para
establecer en casa el vínculo con su madre. Puede que tampoco pueda establecer
contacto visual ni dejarse acunar en brazos, prefiriendo quizá aferrarse a
objetos inanimados. Estos casos son los que se conoce como vinculación fuertemente lastimada y podrían incluso tener relación
con el autismo.
Esta primera vinculación del bebé
con su madre asentará las bases para sus futuras relaciones con personas, por
tanto es de vital importancia e incluso será la clave para sus futuras
relaciones de pareja.
En la siguiente tabla se reflejan
los diferentes tipos de apego:
El trastorno de la vinculación
Cuando la madre llega a casa del
hospital y ambos han sufrido una separación, ella debe estar totalmente
receptiva para atender sus necesidades y atraer de nuevo al bebé a su contacto
materno. Si la madre no acude en el momento en el que el bebé la necesita, este
intentará consolarse con otros medios, como chuparse un dedo o frotar una
cobijita. La madre debe ofrecer ternura y contención al cuerpecito asustado del
bebé para lograr calmarle y estimular esa sensación de seguridad junto a ella,
fomentando así el establecimiento de un vínculo
seguro.
La madre también puede haber
experimentado sufrimiento por varias
razones:
·
La madre no sabía que la separación entre ella y
su bebé genera a ambos un profundo dolor: ella no sabe que su hijo guarda un
dolor profundo, así como tampoco el bebé sabe del dolor que guarda ella.
·
Si en algún momento la madre se sintió triste,
seguramente la consolaban con palabras como: "No llores porque vas a hacer
daño a tu bebé." Lo que en ese momento necesitaba era: "Llora, yo te
abrazo para ayudarte a expresar todo tu dolor."
·
El dolor por la separación de su bebé tuvo que
ser escondido en el fondo del alma, pues ella se sentía ridícula, rara,
culpable, etcétera.
·
La madre no se dio el tiempo ni el espacio para
dar salida a los sentimientos de dolor que le produjo la interrupción del
vínculo con su bebé por la separación entre ambos. Este dolor está dentro de
ella, quien no entiende por qué se siente tan triste, a pesar de que la familia
está completa en casa.
·
La madre sufre de depresión posparto, la cual
tiene que ver directamente con el hecho de que fue separada de su bebé por las
razones que sean; también puede surgir porque en la madre surgen los
sentimientos de abandono de su propio nacimiento.
·
Nadie explicó a la madre que estos sentimientos
son normales y que, como todos los sentimientos deberán ser expresados con el
fin de liberar el alma del dolor y dar espacio para que fluya el amor entre
ella y su bebé.
·
Su esposo no comprende "por qué ella está
triste y en ocasiones llora, por lo cual la tranquiliza con palabras como:
"Ya nos entregaron a nuestro hijo y está sano; entonces, ¿por qué
lloras?"
La única persona que conoce y
entiende ese dolor de la madre es su bebé, ya que se lo trasmite a través de su
cuerpo, y esto puede hacer que él también lo sienta más agudo, ambos se
bloqueen emocionalmente y el bebé lo refleje con un llanto continuado. Si la madre lleva al bebé al pediatra y este le
dice que el bebé “no tiene nada”, esto empeorará la situación, ya que entonces
se sentirá “mala madre”.
La madre puede angustiarse y
desesperarse, la vinculación con su bebé no funciona por este bloqueo continuo
e incluso puede comenzar a experimentar distanciamiento también con su pareja,
al no comprender ninguno la situación que verdaderamente está sucediendo.
Por tanto y después de todo lo
leído y lo que ha descubierto ya la ciencia, deberíamos dar muchísima más
importancia al momento del nacimiento, al no separar la madre del bebé y
establecer ese primer contacto íntimo y maravilloso entre ambos que será la
base del vínculo afectivo para siempre.